martes, 11 de noviembre de 2008

Brindemos - Quilmes Rock día 2



Por Gastón Fenes

El sábado pasado miles de personas se acercaron al Hipódromo de la ciudad para participar del Quilmes Rock. Un evento que no sólo estuvo bien pensado y organizado, sino que también fue estratégico por congregar a las bandas nacionales más convocantes como Los Piojos y La Bersuit con artistas locales que vienen sumando público con los años como Los Vándalos o Vudú.
La respuesta de la gente fue correcta. No hubo que soportar a los “tontos de siempre” que no toleran un estilo o tal banda. Tampoco se encendieron bengalas y hasta no hubo cánticos contra Soda Stereo (comunes en el público rocanrolero). Todo estaba dado para brindar y cantar en masa las bonitas canciones que sonaron durante toda la noche.
Purple House tuvo mucha actitud para abrir el show. Como era de esperar, poca gente había cerca de las 5 de la tarde para escucharlos. El público iba llegando de a gotitas. Con buen gusto y tacto dejaron camino a Vudú.
La banda que se dedicada hace mucho tiempo a hacer covers de Led Zeppelín deslumbró, como siempre, fusionando temas bien rockeros con el pop más parecido a Mtv. Tal es así que hombres, mujeres y niños se movieron en algún momento con alguna canción.
La voz de Ike Parodi todavía está sonando en la cabeza de los espectadores, es difícil divorciarse de las melodías de Vudú.
Los Vándalos fueron lo más bailable hasta ese momento. El swing había llegado: jovenes se dedicaron a hacer pasos de los años cincuenta con una destreza tal, que muchos dudaron de sus edades. Cuando Popono cantó “Tonight” la muchedumbre se liberó y se dedicó a hacer pogo.
Bulldog propuso un recital muy agradable. El repertorio estuvo cargado de canciones de campamento: “Fatal Destino” y “Otra Vez” despertaron a quienes no conocían la banda previamente. En un momento alguien tiro un tres tiros y desde el escenario se le recordó al desubicado que se había equivocado de lugar y momento.
Las Pelotas cambió el marco de la noche. Si antes había espacios vacíos, cuando los de Daffunchio iniciaron el show el predio estaba colmado. Fue notorio un cambio impresionante en el sonido, una batería penetrante sumado al bajo rítmico de la única mujer artista de la noche, Gabriela Martínez, cambiaron la sonoridad de la velada.
La actitud del comandante de Las Pelotas, semi-pelado Daffunchio, fue implacable. Realmente los años parecen no llegarle, es el mismo rockero de siempre. Un viejo rocker que contagia y transmite su legado. Sin lugar a dudas hoy no es solo una eminencia, es todo un legado.
“Esperando el Milagro”, casi sobre el final, hizo estallar el Hipódromo.
Pese a la lluvia que molestaba y amagaba con enfurecer, Los Piojos se desenvolvieron sin problemas. La escenografía tenía nuevas variantes. Una pantalla en el fondo en forma de pirámide mostraba imágenes y videos preparados por la banda. Ciro hacía más show al show cambiando su vestuario y desplegándose en movimiento. No hubo una canción que haya hecho la diferencia, todas fueron disfrutadas. Algunos bailaron e hicieron pogo, otros cantaron y a veces rieron. Ninguno quiso llorar.
Hubo ganas desde las dos partes, Los Piojos tocaron más de dos horas y la gente se olvidó por completo que garullaba, que era tarde y que tenía hambre. Cuando el público lo disfruta se banca lo que sea, y así fue.
Gente de todos lados llegaron a verlos: Palomar, Merlo, Florencio Varela, etc. Nadie se quiso perder el Quilmes Rock.
Los Piojos fueron la nota central de la noche y la banda más convocante.
Aunque no hubo ni cerveza y mucho menos Champagne en los stands, vale la pena levantar la copa y hacer un brindis simbólico para pedir que se sigan sumando festivales de tal magnitud. Esto es bueno para el rock y para Rosario.

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