En esta historia tan peculiar, Pérez (Darío Grandinetti) es un chofer de colectivos de media distancia, tímido e introvertido, que se encuentra atraído por Romina (Leticia Brédice), una maestra rural que tampoco logra conectarse con el mundo que la rodea.
Ambos personajes se ven envueltos en un romance desde que ella le encarga a Pérez trasladar un frasco con orina para un examen de rutina a otro pueblo que quedaba en su recorrido. Este pedido termina desencadenando una serie de enredos, que desentraña secretos y facetas de los personajes sacándolos de su rutina diaria.
La película logra sobresalientes momentos cuando se centra en la interacción de la pareja protagónica, en la sutileza de sus silencios, en los intercambios de miradas. Sin embargo, pierde fuerza cuando desvía su atención hacia el desarrollo de otros problemas, como el que aqueja al hermano de Romina, que finalmente no termina aportando nada a la historia, así como también algunos personajes secundarios que parecen acartonados y con diálogos poco elaborados.
A la solidez de las actuaciones se le contrasta un guión que no termina de definirse. Nos mantiene constantemente entre el humor y el drama, entre la risa y el llanto, pero sin lograr emocionarnos del todo para dejarnos finalmente con un desenlace que parece cerrado a la fuerza.
"El Frasco" resulta una película que, a pesar de tener buenos momentos, centra su solidez en las actuaciones de Darío y Leticia, mas que en la historia y en el desarrollo de los personajes.
Breve encuentro con Lecchi y Grandinetti
Saliendo de la sala del Monumental nos encontramos sentados en una mesa del complejo a Alberto Lecchi y Darío Grandinetti. "Vengan, vengan, arrímense una silla y sírvanse unos Carlitos que pedí para todos", nos dice el director. Acto seguido, el grupo de periodistas se sienta formando un círculo alrrededor de los protagonistas.
Con la misma humildad y simpleza que trasmitió la película, ambos comenzaron a contar su experiencia acerca del rodaje de "El Frasco", que duró alrededor de 5 semanas y se realizó en las ciudades de Sierra de
Para Grandinetti, rodar en locaciones del interior del país, experiencia que vivió con el mismo director anteriormente, es algo que se debería hacer más seguido y que recomienda a otros directores. Eso se lo adjudica a que al ser otros los tiempos que se manejan y al ser lugares pequeños, se hace imposible no cruzarse con los miembros del staff haciendo que uno respire la película las 24hs, a diferencia de otros rodajes en los que al finalizar el día uno vuelve a casa con su familia.
El mayor desafío para Lecchi y Darío consistió en realizar una película sencilla pero con personajes complejos que tienen que ser creíbles. Además, ambos nos confiesan que no es fácil crear e interpretar un personaje que tiene que rozar lo antisocial pero que a su vez sea querible por el espectador. Hay que llevar el personaje al extremo pero sin que la gente llegue a cuestionarse qué es lo que ella ve en él, qué es lo que a ella la enamora, aseguran los dos. Interpretar a un personaje de pueblo puede ser complicado, porque quizás por momentos parezca que no está pensando en nada pero casi podemos escuchar el ruido que hace su cabeza, muchas cosas suceden dentro de ellas. Ese fué uno de los mayores retos que tuvo que enfrentar Grandinetti en este film y que, a criterio de todos, logró en forma exitosa.
Satisfechos con la experiencia y el resultado, nos despedimos con un apretón de manos, agradecidos por el buen momento compartido entre todos y esperando que la gente disfrute con esta simple y tierna historia.
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