sábado, 18 de octubre de 2008

¿Y si escuchamos Jazz?


Conocí a Pipo Saulle durante un ensayo de piano y voz. La casa de mi pianista, es uno de los espacios más musicales que habité en mi vida. Comenzando porque el living se transformó hace ya varios años en una sala de ensayo improvisada para todas las bandas, grupos, grupitos y grupetes musicales que hayan formado los hermanos Giménez López, (Rocío - mi pianista - y Rafael), y siguiendo con que cada persona que visita la casa siempre es excusa para hacer sonar acordes de ensueño.
Cuando Pipo nos visitó esa tarde de ensayo, advirtió desde las escaleras que yo era la voz cantante que intentaba sumergirse y amalgamarse en las juguetonas melodías de jazz, con Rocío en el piano de acompañamiento. Terminó de subir las escaleras que daban al living-sala de ensayo improvisada y esperó a que termináramos de interpertar “Dancing Cheek to Cheek” para venir a saludar. Acorde con su especial forma de ser, en vez decirme “hola”, el saludo de Pipo fue un: “Dame un LA”. Un poco confundida, sin saber si reírme o seguir poniendo cara de no entender, comencé a dudar de la estabilidad mental de este músico llamado Pipo.
Curioso fue que ese mismo día agregamos tres temas de jazz impecables a nuestro repertorio, recomendados por Pipo, y que meses después cuando se me ocurrió hacer una nota sobre jazz para Cháchara, la persona a entrevistar que apareció en mi mente sin dar lugar a ninguna otra opción fue Pipo, que accedió encantado a charlar un rato sobre lo que más le gusta y apasiona.

Entrevista a Pipo Saulle - parte 1 - Cande

Pipo Saulle es profesor y músico, da clases de percusión, canto, audioperceptiva, musicoterapia, escenografía, coreografía y hasta es convocado a menudo para charlas culturales que dan cuenta del bagaje de conocimiento y experiencia que carga a cuestas.
“El jazz es un sentimiento que consiste en una liberación de la piel. Es lo único que podía liberar a la piel negra de un montón de problemas raciales. Cuando empiezan a llegar a América los negros son puestos como esclavos, y lo único propio que tenían era este lamento. Transformaban toda su humildad, carencia e imposibilidad de vida como seres libres en un lamento. Cada vez había más gente de piel negra, e iban instaurándose y juntándose cuando terminaban el día para lamentar lo que pasaba con su pequeño mundo, del cual no podían salir e ir más allá”.

Seguí leyendo

Nota: Candela Bianchi
Gentileza de Cháchara: la realidad, palábras más, palábras menos.

0 comentarios: